Mi pasión es el kendo, ¿pasa algo?

Ya terminaron las clases, es por la tarde pero aun hay gente en el instituto, ¿el motivo? la multitud de clubes existentes que se realizan después de las clases.
Hay muchas variedades, tantas, que a veces cuesta elegir alguna. Pero mi caso es diferente, sólo quiero entrar en uno, sólo uno, y no me dejan.

Allí estoy yo, en medio del gimnasio, con los brazos cruzados y cara de mala leche, escuchando por enésima vez la charla de entrenador del club de Kendo que me dice que una chica no puede entrar en un club casi exclusivamente para chicos. ¿Cómo iba yo entrenar con ellos? ¿es que no me daba cuenta de que podían hacerme polvo con apenas rozarme? y bla bla bla bla...
Y lo más injusto de eso era que ni siquiera me había dejado mostrarle si era buena o no

Por poco no le digo al entrenador que se vaya a donde él y yo sabemos bien, pero me voy de allí maldiciéndole por lo bajo. Estoy ya casi en la puerta de gimnasio cuando el entrenador me llama otra vez...
-Takemura, escucha, veo que esto te interesa mucho, así que he estado pensando y te propongo una cosa. Si reúnes a un grupo de chicas a las que les interese el kendo, te dejaré formar un club femenino. En el caso que no lo consigas te dejaré combatir con un chico con nivel medio-alto. Si lo vences te dejaré entrar, si no, olvídalo ya para siempre, ¿entiendes?

Asiento con la cabeza. ¡Ja! ¡Por fin mi insistencia ha valido la pena! No quepo en mi de mi alegría. ¡Conseguiré entrar en el club de chicos! Aunque primero buscaré al grupo de chicas, pues seguro que hay otras chicas como yo frustradas por no poder practicar el deporte que les gusta. Después conseguiré hacer un grupo mixto...

Decido quedarme allí sentada en las gradas del gimnasio para ver el entrenamiento de kendo, que empezará dentro de unos minutos, cuando entren al gimnasio los chicos que vienen de cambiarse en el vestuario
¡qué ganas de ver al capitán, mi amor secreto! *.*